Una vida de perfeccionamiento continuo

Más de 30 años mejorando y buscando la excelencia en nuestros instrumentos

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EL LUTHIER

Casimiro Lozano lleva durante su larga vida construyendo artesanalmente sus guitarras, con una insaciable obsesión por mejorar cada día sus obras y su afán perfeccionista, le ha llevado a un reconocido y merecido prestigio entre los más ilustres luthieres. Desde su niñez, Casimiro Lozano ya demostraba un enorme interés por la construcción de guitarras. Su gran capacidad de observación y aprendizaje, sumados a un continuo deseo de superación le llevó en poco tiempo a desarrollar guitarras de gran calidad y exquisito acabado. Tomando como referencia inicial la guitarra Fleta, y evolucionándola con un sistema constructivo propio, surgido de la experimentación, de la realización completa de todos los procesos de construcción de la guitarra así como de los comentarios de grandes guitarristas, le ha permitido conseguir que sus guitarras despliegan una potencia y un sonido nítido, profundo y envolvente, que las hecho muy apreciadas por músicos de todo el mundo tales como Goran Sollschers, Fernando Espí, Pedro Jesús Gómez, Takeshi Tezuka, Edgar Petejo, Win Brioen, Hans Palier, Reza Solimani, Carsten Grondahl, Carlos Cunha, Miguel Carvalhinho, Miguel Barceló.... Desde hace unos años su hijo Víctor trabaja minuciosamente junto con su padre, construyendo sus propias guitarras bajo la tutela de este, siguiendo sus mismos métodos de construcción y mostrando un interés y preocupación en sus obras comparables a las de su padre. 
Casimiro Lozano ha conseguido ser el referente en España en la construcción de guitarras de doble tapa, gracias a su tenacidad, paciencia y la gran exigencia que busca en todas sus obras. Guitarras Casimiro Lozano son hoy en día sinónimo de la mejor artesanía española, fruto de una larga vida en que la mejora continua en todos los procesos de fabriación de la guitarra han sido, es y serán una constante.

En un entorno privilegiado

El taller de Casimiro Lozano se encuentra en un entorno rural, concretamente en las afueras de un pequeño pueblo de Cuenca, Rubielos Bajos, en la zona comúnmente llamada La Machuela Conquense, donde la tranquilidad, la ausencia de ruido y la frenética vida de la cuidad, confieren el entorno ideal para que el artesano tenga la total concentración en la fabricación de una obra totalmente artesanal.